La desigualdad es un problema mundial de primer orden, que debilita la cohesión social necesaria para la estabilidad y la seguridad –tema del Objetivo de Desarrollo Sostenible 10–. La pobreza es el resultado de fallos en la redistribución dentro del sistema económico. El estancamiento de los salarios, el desempleo crónico y la falta de oportunidades van incrementando mientras hay una creciente riqueza mundial que va a parar a manos de los ya ricos en forma de rendimientos del capital, lo que produce una reacción social contraria. Además, el objetivo de un crecimiento constante contando con recursos limitados no es solo inalcanzable sino que es conducente a la autodestrucción. La exploración de nuevos e innovadores sistemas económicos se ha convertido en una prioridad para construir una sociedad justa y equitativa.