Desgraciadamente, la ciencia puede igualmente perfeccionar los instrumentos de guerra, apoyar la concentración y el abuso de poder, socavar los valores sociales y culturales y poner en peligro la existencia de la humanidad. Por tanto, no basta por sí sola para garantizar el progreso. Debe estar dirigida por los objetivos y valores civilizadores de la sociedad a la que debe servir. Esta base de valores inculcados a los científicos puede ser una forma muy eficaz de eliminar los obstáculos a la aplicación de la ciencia y la tecnología al desarrollo. Estos científicos verán inmediatamente la necesidad prioritaria del desarrollo y querrán aplicar sus conocimientos al servicio de sus semejantes. De esta forma fomentarán la transferencia adecuada de tecnología, estimularán nuevos avances científicos y técnicos en áreas problemáticas para el desarrollo y propiciarán de forma bastante natural la integración de la ciencia en el desarrollo económico y social.