Laicismo, islamofobia y el papel de la religión en la sociedad

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13 de octubre de 2021 — Escrito por Shady Nicolás Misaghi

En una Europa cada vez más plural se ha convertido en un desafío gestionar la multiculturalidad. Gobiernos como el de Francia se encuentran en una encrucijada entre laicismo e islamofobia.

Eugenio García Gascón, analiza en el siguiente artículo la reciente declaración del presidente galo, Emmanuel Macron, en la que acusaba de «separatismo islámico» a aquellos musulmanes que sobreponían la ley islámica a la ley de la república francesa.

El laicismo defiende la separación entre la iglesia y el estado y busca que el Estado sea neutral en términos de religión, permitiendo la libertad religiosa a la ciudadanía. Esta ideología ha sido uno de los pilares del estado francés y Macron sostiene que «el secularismo es el fundamento de una Francia unida».

La problemática se presenta cuando la ciudadanía es cada vez más plural y una de las características esenciales de las religiones es el establecimiento del bienestar humano, lo cual implica necesariamente participación en la vida política.

Viviendo en sociedades cada vez más diversas e inclusivas, donde hay espacio para la participación en la vida política de todos los géneros, inclinaciones sexuales, ideologías políticas, etnicidades, preferencias de sistemas económicos, quizá también haya que dar lugar a las religiones para que colaboren en la construcción del sistema social.

No se trata de que una religión se convierta en el estado —como ocurría antaño y sigue ocurriendo en otras partes del mundo—, sino que todas las religiones puedan colaborar con el estado.

Quizá el progreso de la sociedad requiere de comprensión y colaboración entre los actores seculares y religiosos —entre los cuales suele existir un abismo en Europa— ya que ambos comparten aspiraciones comunes. Las religiones pueden aportar una perspectiva distinta y muy necesaria a la esfera pública, conceptos comúnmente asociados con las religiones como la compasión, la empatía, el perdón, el amor, pueden enriquecer el discurso y vida política de un país.

Estableciendo relaciones y construyendo puentes es la única forma de erradicar los miedos, y crear realmente naciones más unidas.

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